Kelly Wearstler descubrió esta joya arquitectónica de los años 1950 , gracias a un amigo. Hacía mucho tiempo que nadie vivía aquí, pero la diseñadora vio inmediatamente el potencial y le propuso al dueño rentarla algunos meses mientras él trataba de venderla. La propiedad —que perteneció al actor estadounidense Carroll O’Connor— se volvió un verdadero refugio para Kelly Wearstler y su familia durante la pandemia.
Situada idealmente en una playa un poco alejada, en Malibú, esto permitió a la diseñadora, su esposo y sus dos hijos disfrutar de su pasión común por el surf cada mañana, dándoles la sensación de estar de vacaciones sin perder la proximidad con Los Ángeles, para poder trabajar fácilmente. “Nos sentimos lejos de nuestra vida normal, a pesar de estar físicamente bastante cerca”, comentó Kelly Wearstler.
Para estar a gusto, la diseñadora amuebló todos los espacios interiores con inspiración en la arquitectura de estilo modernista de Rudolf Schindler , incluyendo sus tonos tierra con toques rústicos. Las influencias japonesas se notan también a través de la madera oscura y del jardín meditativo. La mezcla de piezas vintage y contemporáneas, como la lámpara de Isamu Noguchi, el sofá Soriana de Afra y Tobia Scarpa, la consola de Base 10, las sillas lounge Pulkka de Ilmari Lappalainen para Osko, la mesa de mármol verde de Mario Bellini, el mobiliario de Kelly Wearstler y productos de JF Chen, GardeShop y Pat McGann Gallery, dieron una nueva vida a la vivienda.
“Tengo un inmensa colección de diseño que compré a lo largo de los años en subastas y en línea. Los guardo en mi bodega exactamente para este tipo de proyectos”, comentó la diseñadora, quien introdujo también obras de arte de Jean Alexander Frater, Chuck Moffit, Caroline Blackburn y Aschberg Magnuson.
Lo hecho a mano y lo brutalista destacan en esta casa de 395 metros cuadrados con cuatro dormitorios. Durante el confinamiento, Kelly Wearstler le tomó gusto a cocinar, en particular en esta cocina con vistas al jardín, la cual se abre también hacia el lounge, lo que permite interactuar con la familia o los amigos mientras se preparan los platos.
La diseñadora creó una continuidad entre interior e interior. Por ejemplo, transformó el comedor en un solárium lleno de plantas , concibió un área al aire libre en la gran terraza de atrás y trabajó con Inner Gardens para introducir más vegetación.“Esta casa es muy auténtica, es un diamante bruto que necesitaba un poco de amor”, aseguró Kelly Wearstler, a quien le encanta preservar la historia sin dejar de evolucionar, lo que se refleja a través su forma de combinar varios estilos y épocas . “Esta propiedad es una mezcla de un alma vieja y un espíritu nuevo, como yo”, añadió.
Impresionado por el resultado de esta transformación, el dueño tomó nuevas fotos e inmediatamente vendió la casa a un emprendedor de tecnología a quien le encanta el surf. Para Kelly Wearstler y sus seres queridos, este lugar representó un momento único con recuerdos hermosos, un paréntesis creativo y suave, como si el tiempo se hubiera detenido.