Fueron las vistas hacia el Palacio de Adanero lo que sedujo a la interiorista Elena Lapeña , el 50 por ciento del estudio Viteri Lapeña , para comprar este departamento de 250 metros cuadrados . “Por fin la casa ideal, por ubicación, estructura y luz. Pero, como en todos los edificios de principios del XX, la planta estaba muy compartimentada y necesitaba una reforma integral. Eso sí, había que mantener ciertos elementos estructurales y también las carpinterías exteriores al tratarse de un edificio protegido”, comentó su socio Aitor Viteri .
Con el resto hicieron borrón y cuenta nueva y comenzaron a actuar. Investigaron sobre arquitectura del XIX, especialmente sobre el trabajo de Víctor Horta y Otto Wagner , “quienes crearon otra forma de concebir los interiores, de una manera casi teatral y escenográfica”, explicó el interiorista. Tras la intervención consiguieron espacios amplios y luminosos sin perder la esencia noble de las casas de barrio de Almagro.
Ahora, el hogar se distribuye en un gran hall, una sala presidida por un ventanal con vistas al edificio de pasado aristocrático, cocina, lavandería, estudio y cuatro dormitorios con vestidor y baño en suite. Uno de ellos, casi un spa, sirve de entrada a la habitación principal.
Todas las estancias tienen las molduras originales y los radiadores de hierro cincelado de 1900 “que son una joya y quisimos conservar a toda costa”, contaron. Añadieron efectos especiales, como unas puertas correderas con una revisión de los arcos Art Déco en azul Prusia y oro que dividen y unen la entrada con la zona de estar y el comedor y que parecen sacadas de una película de Wes Anderson o de la mente del escenógrafo Enzo Frigerio . “Sus trabajos son impecables. Elena es una enamorada de los colores vivos como el aguamarina y los turquesas... Esta zona de día debía transmitir su carácter a la hora de diseñar, por eso lo tuvo muy claro y dijo: “Quiero un espacio con fuerza y personalidad que no deje indiferente a nadie. Que cuando entren en casa se respire alegría y vitalidad”, recordó Aitor.
La otra estrella es la gran cocina que creó el estudio junto con Ramos & Cobos , toda en palillería de roble y con una gran isla central a modo de rotonda, “para que se pueda convertir en un bar o coctelería”, exlpicó ella. Al resultado sumaron elementos vintage en azules del Tiffany's al índigo y arte contemporáneo de emergentes, todos acompañando a una auténtica estrella del celuloide. “Elena, como fan de la saga de Star Wars, localizó y adquirió una armadura original del soldado de asalto Stormtrooper del Episodio IV. Fue toda una locura traerla desde los estudios de la 20th Century Fox en Los Ángeles”, concluyó con humor el interiorista en una casa que no tiene lado oscuro.